La historia de Greyfriars Bobby es de aquellas que perdura en el tiempo, que se romantiza, y que diluye totalmente la línea que separa la leyenda de la realidad. Más de 150 años después, la vida de este skye terrier sigue emocionando a todo el mundo que se acerca al cementerio de Greyfriars, donde muchos de los visitantes dejan un pequeño palo, juguetes para perros o flores, sobre la tumba de este célebre perro, como pequeño homenaje al protagonista de esta conmovedora historia de fidelidad y devoción.
El relato original de Greyfriars Bobby
Trasladémonos al año 1850, en Edimburgo, en plena transformación urbana debida a la ejecución de la segunda fase de la construcción del New Town victoriano. John Gray se instala en la ciudad junto con su mujer y su hijo. Se alojan en un hospicio, y para no tener que trabajar como permuta, entra en la policía de Edimburgo como sereno. John hace su turno acompañado de su inseparable perro, Bobby.
Unos años más tarde, el 15 de febrero de 1858, John muere de tuberculosis y es enterrado en el cementerio de Greyfriars. Desde entonces, Bobby se pasa el día acostado sobre la tumba de quien había sido su cuidador.
En poco tiempo, tal como dicen documentos de la época, Bobby se convierte en una figura conocida por los alrededores del cementerio de Greyfriars, siendo alimentado y recibiendo cobijo por parte de los vecinos de la zona. Tanto es así, que el sargento Scott del cuerpo de los Ingenieros Reales lo acostumbra a recibir la comida coincidiendo con el One O'Clock Gun, un cañón que se dispara diariamente a la una del mediodía desde el castillo, cerca del cementerio. Esto hace que, desde 1862, la aparición de Greyfriars Bobby en la taberna de John Traill, Traill's Temperance Coffee House, justo después de dispararse el cañón, sea un pequeño espectáculo que atrae muchos visitantes.
John Traill y su familia, con Greyfriars Bobby
Patterson, W. G., 1868
En 1867 se introduce en Escocia una nueva normativa sobre la tenencia de perros, debido a un gran aumento del número de los que no tienen casa o amo. Esta norma obliga a registrarlos oficialmente y supone el sacrificio de los que no lo estén. Teniendo en cuenta que Bobby no tiene amo, su vida peligra. Por suerte, en este momento la historia de nuestro amigo peludo es ya tan conocida que una de las figuras públicas más eminentes de la ciudad, Sir William Chambers, Lord Provost de Edimburgo, paga la licencia y compra un collar para Greyfriars Bobby, que todavía se puede ver hoy en día en el Museum of Edinburgh.
Con 16 años, en 1872, Bobby muere y es enterrado justo en la entrada del cementerio y tan cerca como es posible de John Gray, en terreno no sagrado.
Un año después, la baronesa inglesa Angelia Georgina Burdett-Coutts finanza la construcción de la Greyfriars Bobby Fountain, una fuente de granito coronada por una estatua de bronce de tamaño real, erigida justo enfrente del cementerio de Greyfriars. Es el monumento más pequeño de Edimburgo clasificado como monumento de interés histórico. Y tocarle la nariz no lleva buena suerte, así que si vais, no hace falta que lo hagáis, que solo dañaréis la estatua.
El 13 de mayo de 1981 se erige una nueva lápida de mármol, y el 2021 se inaugura una estatua para conmemorar el 150.º cumpleaños de la muerte de Bobby, dentro del cementerio y cerca de la iglesia de Greyfriars.
Estampa de albúmina de plata (1865),
supuestamente de Greyfriars Bobby
La vida de Bobby se ha plasmado en diferentes libros y películas:
- The True Story of Greyfriars Bobby (1902), de Henry T. Hutton.
- Greyfriars Bobby (1912), de Eleanor Atkinson. Parte de la versión que dice que John Gray era un pastor conocido como Auld Jock.
- Greyfriars Bobby: The True Story of a Dog, película de Walt Disney basada en el libro anterior.
- Greyfriars Bobby, otra película, estrenada en 2005, y protagonizada por James Cosmo y Christopher Lee. Generó polémica porque Bobby era representado por un West Highland Terrier y porque uno de los personajes más importantes de la vida de Bobby, John Traill, propietario de Traill's Temperance Coffee House, no aparece en la película.
Controversias
Con el paso del tiempo, la historia de Greyfriars Bobby se convirtió en tema habitual de conversación entre los habitantes de Edimburgo que conocían la historia, con artículos en el diario The Scotsman, o ciudadanos publicando cartas para el director explicando que habían conocido a Bobby, pero dando versiones opuestas de la historia. Incluso en el Ayuntamiento de Edimburgo había intensas discusiones entre los mismos concejales.
Una de las discusiones comunes era la identidad de John Gray. Durante los años en los cuales sucedieron los hechos, parece que en Edimburgo había dos John Gray: el sereno, y un pastor que visitaba a menudo Edimburgo para asistir a los mercados de la ciudad, uno de ellos muy cerca del cementerio de Greyfriars. John Gray pastor, murió repentinamente en una de las visitas en la ciudad, pero fue enterrado en otro cementerio de Edimburgo.
Uno de los defensores del John Gray pastor era, justamente, John Traill, que explicaba que Gray visitaba a menudo su taberna; pero la realidad es que Traill abrió la taberna 4 años después de la muerte de Gray.
¿La verdadera historia de Bobby?
La investigación más profunda la ha llevado a cabo Jan Bondeson, quien en 2011 publicó Greyfriars Bobby: The Most Faithful Dog in the World.
En este libro cuenta cómo en la Europa del s. XIX hay documentados más de 60 perros "de cementerio", perros alimentados por los visitantes y conservadores de los cementerios para cuidarlos y ofrecerles un lugar seguro. Los vecinos de los cementerios se entristecían viendo los perros esperando a sus amos, así que ellos mismos los cuidaban, les daban compañía, y, además, tenían una buena historia que contar.
En el caso de Bobby, según Bondeson, se trataba de un perrito que rondaba por los alrededores del hospital Heriot y que se había convertido en una pequeña molestia para el jardinero del hospital, quien decidió llevarlo hasta el cementerio de Greyfriars. Pronto, nuestro peludo se convirtió en el compañero ideal de James Brown, conservador del cementerio, que lo alimentaba para tenerlo a su lado.
A algunos visitantes del cementerio les gustó la idea de ver a Bobby, pensando que estaba allí como muestra de lealtad hacia su amo difunto, y le aconsejaron a James que se inventara un relato sobre el perrito. Y parece que tuvo éxito, puesto que después de la publicación en el diario The Scotsman de un artículo sobre la historia de Bobby, las visitas al cementerio de Greyfiars aumentaron vertiginosamente, con personas venidas de toda Escocia e Inglaterra.
Jan Bondeson cree que el Bobby original debía de morir entre mayo y junio de 1967 y que fue sustituido por otro perro más joven. Partiendo de las imágenes existentes, Bodeson dice que se puede apreciar un cambio de aspecto de nuestro amigo peludo: mientras que el primero era un mestizo con aspecto cansado y viejo, el segundo era un skye terrier con una presencia más juvenil, que correteaba por los alrededores del cementerio y se peleaba de vez en cuando con otros perros de la zona. Estos datos también explicarían la longevidad de Bobby, 16 años, ante los 10-12 años que suelen vivir los Skye Terrier.
Las buenas historias son eso, buenas historias
La historia de este pequeño Skye Terrier es tan romántica y está tan arraigada a la ciudad de Edimburgo y al imaginario de sus habitantes, que los interrogantes que lo rodean, seamos sinceros, no preocupan a nadie.
Es la fuerza de las leyendas, que son más grandes que todos nosotros, y que hacen que Bobby de Greyfriars siga siendo el perro más fiel del mundo.